Seguía ahí, mi necesidad de desaparecer.
De irme para luego volver.
Volver con más fuerzas y con menos peso.
Pero mis deberes me obligaban a quedarme...
Él dijo que aceptaba las normas de mi juego, pero sus flores seguían cayendo.
Creo que incluso con más peso que antes, me mimaban esos gestos.
Quién iba a decir que no, a unas flores de un buen chico?
Así que decidí dejarme llevar.
(Aunque la gran responsabilidad de no romper un buen corazón, seguía estando en mis entrañas)
P.D: Suite bergamasque
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